jueves, 9 de octubre de 2008

La razón...



Miro al cielo y veo una horda de nubes que se preparan disimuladamente e hipócritamente para arrasar con toda la sequedad del ambiente, para infundir humedad en todo el ambiente.

Observo como un fanal de dimensiones extraterrestres comienza a diluir la densa y lóbrega oscuridad que rehuye hacia los ominosos rincones de nuestra temerosa imaginación.

Alcanzo a distinguir los pétreos rayos de luz que destrozan y convierten en rescoldo todo lo ignoto y etéreo de nuestra mente.

Todo esto sucedía en un instante indefinido, hasta que comenzó a refulgir desde la sima mas profunda el tropel de ideas, pensamientos, sentimientos, emociones, conocimientos, y otras muchas huestes dispuestas a destronar de los execrables torreones invadidos a estos funestos extraños.

Y en ese preciso momento, la brillantes de la razón hizo gala de su purísima y juncal sabiduría y capacidad de lucha.

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